lunes, 19 de septiembre de 2011

El Reflejo de Una Relación con Dios



Observemos el día de una persona “normal”.
Te levantas, ves que es hora de ir a tu trabajo y te preparas para lo que traiga ese nuevo día.
Llegas al lugar de trabajo y te cuesta un poco encontrar parqueo. Entras a tu oficina y en tu escritorio está una torre de papeles por revisar, unas cuantas cartas de tus superintendentes y tu taza de café vacía. Por los pasillos saludas a unos cuantos compañeros que ves casi todos los días.
Te dices a ti mismo que será un largo día. En fin, trabajas y trabajas… Tomas un descanso para relajarte, almuerzas y sigues trabajando.
Sales de trabajar y te encuentras un tráfico terrible, y llegas desesperado pero feliz de estar de nuevo en casa. Tu familia de espera, y ese día hay reunión en tu iglesia local, y te preparas de nuevo y te vas de camino. En la iglesia, saludas a varios amigos del alma que hace días no mirabas, y entras a la conferencia.


Te sientas, oyes, piensas un poco, cantas y sin más, sales… Te despides de varias personas y al cabo de un tiempo llegas a tu casa, cenas y listo… Terminaste el día, rendido y “satisfecho”. Después de todo, fue un largo día, pero sobrevivisteDespués de todo, todo salió bien, o bueno, nada salió mal…
…Recuerdas hablar un momento con Dios y te duermes.
Nada está fuera de lo normal, para una persona normal…
¿O es que no has observado detenidamente?
Volvamos a leerla historia, solo que observemos mas detalladamente.
Te levantas… Cansado de tantas cosas que ocupan tu mente. ¡Wow! Se hace tarde…
Ni modo, no hay tiempo para tener tu devocional con Dios… Será mañana (pero lo mismo te ha sucedido las últimas semanas… No le pones mucho pensamiento.). Te preparas un poco angustiado, pues sigues pensando en lo que tienes que hacer hoy…
Después de todo, recuerdas que Dios hizo el día, todo tiene que salir bien.
Llegas apurado a tu trabajo, y el parqueo que usualmente ocupas ya alguien mas lo tiene… Te irritas un poco con el acomodador, pero encuentras un espacio un poco mas lejano.
Entras a tu oficina, y te preocupa todo el trabajo que no has estado haciendo a tiempo. Tienes una torre de papeles por revisar. Sabes que las cartas de tus jefes no son buenas noticias… Si tan solo fueras más diligente… En fin…
Saludas a tus compañeros con un simple y blando “Hola.” No tienes tiempo (¡para darles tiempo!) para preguntar un poco acerca de su semana. Tu cara no irradia gozo. No te incomoda eso, y te sientas a trabajar hasta que sales ya casi de noche.
Al andar por las calles de tu ciudad, te exaspera el tráfico. Te enojas, te calmas. ¡Que dolor de cabeza! Tocas la bocina en todos lados y te pasas un semáforo en rojo… Solo por esta vez. Tu manejar no expresa paz.
Recuerdas que tienes la reunión de iglesia, llegas a casa y sonriente ves a tu familia, y te vas con tu ellos a la reunión. Al pasar por los pasillos, saludas a unos cuantos amigos. Recuerdas que hace días no haces tiempo para compartir, ayudar y servir con ellos. Que me ha estado sucediendo? es lo que cruza por tu mente.
Ya dentro de la conferencia, escuchas las canciones y te sientas… Llega un momento que escuchas un versículo que comparten de la Biblia y en realidad te llama tu atención. Has estado tan desconectado de tu relación con Dios últimamente que lo que escuchaste hace que tu corazón quiera abrirse para que Dios te enseñe… Pero te gana la pereza, la distracción o el orgullo, y dejas que “se te olvide” lo que escuchaste… Y dejas que eso que Dios quiere usar para llamar tu atención solo pase…
Termina todo, y sales… Llegas a casa fatigado de ese largo día. Cenas, y vas a dormir.                     ¡Pero espera! Primero recuerdas platicar con Dios un rato… Pero no lo genuinamente que tu quisieras…
Y así termina tu día. Después de todo, todo salió bien, o bueno, nada salió mal…
Pero, en realidad, será que todo salió bien?
Déjame hacerte una pregunta: ¿Con cuántas cosas que sucedieron en ese día normal puedes identificarte?
Tal vez tu caso sea distinto. Tal vez tu vida sea un poco mas movida, y viajes de arriba a abajo. Puede ser que seas soltero(a) o casado(a) y tus días estén llenos de rutinas. Tal vez seas un(a) estudiante que va a un colegio o a una universidad, y piensas en “sobrevivir” cada día. Puede ser que en realidad si estás conectado con Dios y estás bien en tu relación con El… Pero has estado muy cómodo (inclusive demasiado) en tu zona… Ya no estas buscando aprender y conocer más de Dios o servir a los demás.
¿Cuál es tu caso hoy?
¿Qué refleja tu vida acerca de Dios? ¿Qué pueden percibir las personas de tu relación con Dios?
Entonces, para comenzar, debes estar claro en algo: ¿Tienes tú una relación con Dios?
Dios te ama profundamente… Pero todo malo (pecado) que hemos hecho nos separa de El. Y por eso mandó a Su Hijo Jesús a morir en una cruz para pagar todos tus pecados. Así, Jesús te limpia y te reconcilia con Dios, y si tu entiendes eso, aceptas ese regalo que te dio Jesús en tu corazón, y le dices a Dios que quieres esa vida eterna, puedes pasar una eternidad con El.

¡Jesús Se Sacrificó Para Salvarte!

  • Si ya entendiste que Dios dio a Su Hijo para que puedas tener vida eterna con El…¡Vas a encontrar que cada día es maravilloso! Cada día es una oportunidad de darle la gloria a Dios. Cada día que estás vivo Dios hace maravillas por ti y por todos. En cuanto abres los ojos cada mañana, puedes percibir lo increíblemente que Dios se apasiona por ti.
    Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en El.”
                                                                                         Salmo 118:24
    ¡Dios crea cada día con amor para ti!
  • El momento más importante de tu día es el momento en que estás solo tu y Dios, tu Padre, el Creador del Universo. ¿Alguna vez has escuchado que el desayuno el la comida más importante del día? ¿O te ha pasado que hay algún proyecto/trabajo sumamente importante que tienes que hacer?
    Pasar tiempo con Dios es lo más importante que puedes hacer cada día.
    Dios siempre está esperando enseñarte y compartirte cosas de Su corazón al tuyo… Tener una relación con Dios es estar conociendo de y platicando con El.

  • Reflejar a Dios en tu vida es irradiar todo aquello que El te está enseñando. Reflejar a las personas que Cristo está en tu corazón, ¡es producto de buscar a Dios!
    Como lo explica este verso:

"Busqué al Señor, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores. Los que a él acuden irradian alegría; no tienen por qué esconder su rostro."
                                                                               Salmo 34:4-5
¡Tu cara irradia gozo después de pasar tu tiempo con el Dios del Universo!

  • De la abundancia de tu corazón habla tu boca. De lo que tienes en tu corazón vas actuar. Sea cual sea tu situación, vas a encontrar como irradiar ese gozo que tienes en Dios. ¡Muchas personas pueden conocer del amor de Dios por como ven tu vida! No dejes escapar cada problema o situación para reflejar que Cristo está en tu corazón. Si Dios está trabajando tu corazón, vas a reflejar cambios porque quieres agradarlo a El.
4 Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!
5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca.6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
                                                                                      Filipenses 4:4-6
Tu amabilidad puede guiar personas a conocer lo mejor que existe: Dios.

  • No olvides tu misión… No olvides reflejar la misión por la cual estás aquí en la tierra todavía (y por la cual yo estoy escribiendo este blog).
    “…19Por tanto, vayan hagan discípulos de todas las naciones,bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,20enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”
                                                                               Mateo 28:19-20
    ¡Que tu vida refleje una relación con Dios no es cuestión de un momento, sino que es un estilo de vida! Solo Dios hace cosas tan increíbles tan posibles.
    “Predica el evangelio con tu vida, y de ser necesario, usa las palabras.”
    ¡Que cada día que vivas sea digno de la eternidad!

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